lunes, 13 de febrero de 2017

EVOLUCIÓN DE LAS PLANTAS EN LA HISTORIA DE LA TIERRA

En los comienzos de la vida en el planeta, las plantas eran apenas, algo más que lo que significaba su composición unicelular. 
Poco a poco, la organización de pequeños organismos multicelulares, más las formas que adoptaron, se transformaron en diminutas hierbas acuáticas. Mientras tanto, la tierra era un páramo desolado cubierto por piedras, solamente.

El primer panorama
 
Así como no existía humus ni materiales vegetales que permitieran prosperar la vida en la superficie, tampoco la atmósfera colaboraba: no estaba presente la capa de oxígeno, ni filtro alguno que ayudara a protegerse de los rayos ultravioletas que llegaban desde el sol.
Pero por aquellos lejanos tiempos, al igual que las plantas en la actualidad, esos organismos primitivos hacían uso de los dos elementos que ya abundaban en la naturaleza y que permiten fabricar el propio alimento: dióxido de carbono y agua. Este proceso que se mantiene hasta hoy, se denomina fotosíntesis y ha sido el que a través de milenios elevó los niveles de oxígeno en el planeta. Recién hace unos 500 millones de años, al iniciarse el Período Cámbrico, se construye una atmósfera suficiente para sostener nuevas formas de vida. Luego se formó por encima una nueva capa de oxígeno de otro tipo que sirvió de escudo protector contra los rayos ultravioletas permitiendo el surgimiento de vidas más complejas. Este escudo se conoce hoy como la capa de ozono.
De este modo, lentamente, estas rudimentarias formas de vida continuaron su desarrollo y se animaron a abandonar el agua para comenzar la aventura de ir ocupando aquel desierto inhóspito que las desafiaba: la tierra firme.

Cambiar para vivir
 
Para una planta, este desafío representaba un cambio dramático en su estructura. Se debieron adaptar a nuevas condiciones y a partir de estos logros surgirán cambios que desembocarían, por ejemplo, en la aparición de las plantas vasculares.
Estas plantas, desarrollaron una compleja red de conductos en su interior que les permitieron transportar agua y minerales desde el suelo hasta el lugar en que se producían los alimentos a través de la fotosíntesis: las hojas. A la vez, desde éstas hacia toda la estructura, llegaban los alimentos gracias a la presencia de otra red de conductos.

La evolución verde
 
Durante el período Silúrico (unos 520 millones de años atrás), las plantas evolucionaron asombrosa y rápidamente a formas superiores que no superaron (de acuerdo a los fósiles conocidos) los 90 cm de altura.
En el período Devónico (unos 400 millones de años atrás), la tierra se cubrió de plantas con ramas escuálidas pero que ya anunciaban lo que vendría en el próximo período, el Carbonífero.
En este período (345 millones de años atrás) comenzaba a vislumbrarse la aparición de los bosques, haciendo su aparición el gigantismo: helechos arborescentes ( si bien eran helechos, tenían el tamaño y la apariencia de un árbol) y primitivas formas de equisetos (también llamados colas de caballo) dominarían el terreno alcanzando alturas de más de 30 metros.
Si bien esta etapa dio lugar a la formación de selvas lujuriosas y tupidas, esta plantas tenían un problema: se reproducían por esporas y por lo tanto necesitaban del agua que las trasladaba, para que se produjera el proceso.
A pesar de ello, los equisetos o colas de caballo, como se los conoce hoy en día a sus descendientes de menor talla, evolucionan hacia soluciones asombrosas.
Debido a que ocupan zonas secas vecinas a viejos pantanos, no podían hacer uso del agua para multiplicarse, por lo tanto apelaron a una nueva estrategia generando sacos polínicos en los extremos de sus ramas, para portar el polen. Una nueva forma de reemplazar las tradicionales esporas. Estos sacos debían fertilizar los óvulos que a su vez se ubicaban en los extremos de otras ramas de la misma planta.
Con el tiempo, estos equisetos, serían los padres y madres de las actuales gimnospermas, y si las miramos bien hoy, veremos que las piñas femeninas de los pinos son simples modificaciones de esas antiguas ramas de equisetos.
Los sacos polínicos masculinos también han evolucionado, aunque mantienen el viejo sistema.

Volviendo a viejas épocas
 
Si observamos los anillos de crecimiento de los fósiles vegetales del período Carbonífero, veremos que presentan un patrón de crecimiento propio de regiones templadas o cálidas sin diferencias estacionales. De este dato surge que el mundo vivía en un verano permanente y global. Por esta razón, hoy es posible hallar en regiones tan frías como la Antártida, fósiles que prueban la existencia de bosques tropicales en esos lejanos lugares.
Otra situación planetaria que subsiste hasta hoy, y que podemos sumar a este panorama, es la que conocemos como de la tierra firme o emergente. Estas piezas de tan gigantesco rompecabezas han ido cambiando de posición y con ello, los climas y diversos hábitats.

Con estos datos, otro período
 
El Pérmico: En esta etapa, las condiciones que se generalizarán serán de mayores sequías y con ello, disminuirán las poblaciones de helechos y equisetos en regiones determinadas, trasladándose y restringiendo su hábitat a zonas tropicales y subtropicales. Una explicable excepción es la adaptación que lograron algunos helechos arborescentes en el bosque Andino-Patagónico, de clima frío pero, con altísima y permanente humedad.
Es por estos tiempos en que aparecen la plantas del grupo de las gimnospermas que dominarían el mundo por un tiempo, a través de tres familias: las Bennettitáceas (hoy ya extinguidas), las Cicadáceas y las Ginkoáceas.
Todas tenían hojas anchas, troncos rechonchos y cortos, y además se reproducían en forma original: por semillas.
Pronto se hicieron cosmopolitas aprovechando esta innovación y el hecho de que en ese momento, la "tierra firme" se hallaba aglutinada en un solo bloque conocido como Pangea y por lo tanto no existían barreras geográficas que detuvieran la expansión de las especies.

Los primeros grandes bosques
 
Sucede una catástrofe: Lentamente, Pangea se parte en dos, Eurasia viajaba hacia el norte y Gondwana hacia el sur. En esta situación comienza el Período Jurásico, que se caracterizaría por interminables bosques de Gingkos, Cicas y unas Coníferas primitivas que llegarían hasta nuestros días: las araucarias.
Dentro de estos bosques, los dinosaurios dominaron el planeta y la época.
Al mismo tiempo, Gondwana comienza a partirse dando origen al océano Atlántico Sur, y Eurasia rotaba sobre un imaginario eje cerrando el espacio de agua conocido como Mar de Tetis creando de este modo el futuro Mar Mediterráneo.

El período cretáceo
 
Con éste llegan nuevas plantas con estrategias originales de supervivencia: eran las angiospermas o plantas con flor.
La táctica de la flor permitía sobrevivir tolerando grandes cambios climáticos y períodos estacionales. Comienzan a diferenciarse inviernos y veranos, que casi no han sufrido cambios hasta nuestros días.
El espacio entonces fue ocupado por robles, plátanos, nogales, y luego las demás familias.
Esta ocupación de la tierra trajo nuevos cambios: Las gimnospermas quedarían ocupando solamente las regiones más frías y de mayor altitud, y los más viejitos, los helechos arborescentes disminuirían su talla y serían relegados a las partes bajas de bosques cerrados, con alta humedad, tal es nuestro caso con el bosque andino-patagónico y selva paranaense.

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