En los comienzos de la vida en el planeta, las plantas eran apenas,
algo más que lo que significaba su composición unicelular.
Poco a poco,
la organización de pequeños organismos multicelulares, más las formas
que adoptaron, se transformaron en diminutas hierbas acuáticas. Mientras
tanto, la tierra era un páramo desolado cubierto por piedras,
solamente.
El primer panorama
Así como no existía humus ni
materiales vegetales que permitieran prosperar la vida en la
superficie, tampoco la atmósfera colaboraba: no estaba presente la capa
de oxígeno, ni filtro alguno que ayudara a protegerse de los rayos
ultravioletas que llegaban desde el sol.
Pero por aquellos lejanos
tiempos, al igual que las plantas en la actualidad, esos organismos
primitivos hacían uso de los dos elementos que ya abundaban en la
naturaleza y que permiten fabricar el propio alimento: dióxido de
carbono y agua. Este proceso que se mantiene hasta hoy, se denomina
fotosíntesis y ha sido el que a través de milenios elevó los niveles de
oxígeno en el planeta. Recién hace unos 500 millones de años, al
iniciarse el Período Cámbrico, se construye una atmósfera suficiente
para sostener nuevas formas de vida. Luego se formó por encima una nueva
capa de oxígeno de otro tipo que sirvió de escudo protector contra los
rayos ultravioletas permitiendo el surgimiento de vidas más complejas.
Este escudo se conoce hoy como la capa de ozono.
De este modo,
lentamente, estas rudimentarias formas de vida continuaron su desarrollo
y se animaron a abandonar el agua para comenzar la aventura de ir
ocupando aquel desierto inhóspito que las desafiaba: la tierra firme.
Cambiar para vivir
Para una planta, este
desafío representaba un cambio dramático en su estructura. Se debieron
adaptar a nuevas condiciones y a partir de estos logros surgirán cambios
que desembocarían, por ejemplo, en la aparición de las plantas
vasculares.
Estas plantas, desarrollaron una compleja red de
conductos en su interior que les permitieron transportar agua y
minerales desde el suelo hasta el lugar en que se producían los
alimentos a través de la fotosíntesis: las hojas. A la vez, desde éstas
hacia toda la estructura, llegaban los alimentos gracias a la presencia
de otra red de conductos.
La evolución verde
Durante el período Silúrico
(unos 520 millones de años atrás), las plantas evolucionaron asombrosa y
rápidamente a formas superiores que no superaron (de acuerdo a los
fósiles conocidos) los 90 cm de altura.
En el período Devónico (unos
400 millones de años atrás), la tierra se cubrió de plantas con ramas
escuálidas pero que ya anunciaban lo que vendría en el próximo período,
el Carbonífero.
En este período (345 millones de años atrás)
comenzaba a vislumbrarse la aparición de los bosques, haciendo su
aparición el gigantismo: helechos arborescentes ( si bien eran helechos,
tenían el tamaño y la apariencia de un árbol) y primitivas formas de
equisetos (también llamados colas de caballo) dominarían el terreno
alcanzando alturas de más de 30 metros.
Si bien esta etapa dio lugar
a la formación de selvas lujuriosas y tupidas, esta plantas tenían un
problema: se reproducían por esporas y por lo tanto necesitaban del agua
que las trasladaba, para que se produjera el proceso.
A pesar de
ello, los equisetos o colas de caballo, como se los conoce hoy en día a
sus descendientes de menor talla, evolucionan hacia soluciones
asombrosas.
Debido a que ocupan zonas secas vecinas a viejos
pantanos, no podían hacer uso del agua para multiplicarse, por lo tanto
apelaron a una nueva estrategia generando sacos polínicos en los
extremos de sus ramas, para portar el polen. Una nueva forma de
reemplazar las tradicionales esporas. Estos sacos debían fertilizar los
óvulos que a su vez se ubicaban en los extremos de otras ramas de la
misma planta.
Con el tiempo, estos equisetos, serían los padres y
madres de las actuales gimnospermas, y si las miramos bien hoy, veremos
que las piñas femeninas de los pinos son simples modificaciones de esas
antiguas ramas de equisetos.
Los sacos polínicos masculinos también han evolucionado, aunque mantienen el viejo sistema.
Volviendo a viejas épocas
Si observamos los
anillos de crecimiento de los fósiles vegetales del período Carbonífero,
veremos que presentan un patrón de crecimiento propio de regiones
templadas o cálidas sin diferencias estacionales. De este dato surge que
el mundo vivía en un verano permanente y global. Por esta razón, hoy es
posible hallar en regiones tan frías como la Antártida, fósiles que
prueban la existencia de bosques tropicales en esos lejanos lugares.
Otra situación planetaria que subsiste hasta hoy, y que podemos sumar a
este panorama, es la que conocemos como de la tierra firme o emergente.
Estas piezas de tan gigantesco rompecabezas han ido cambiando de
posición y con ello, los climas y diversos hábitats.
Con estos datos, otro período
El Pérmico: En
esta etapa, las condiciones que se generalizarán serán de mayores
sequías y con ello, disminuirán las poblaciones de helechos y equisetos
en regiones determinadas, trasladándose y restringiendo su hábitat a
zonas tropicales y subtropicales. Una explicable excepción es la
adaptación que lograron algunos helechos arborescentes en el bosque
Andino-Patagónico, de clima frío pero, con altísima y permanente
humedad.
Es por estos tiempos en que aparecen la plantas del grupo
de las gimnospermas que dominarían el mundo por un tiempo, a través de
tres familias: las Bennettitáceas (hoy ya extinguidas), las Cicadáceas y
las Ginkoáceas.
Todas tenían hojas anchas, troncos rechonchos y cortos, y además se reproducían en forma original: por semillas.
Pronto se hicieron cosmopolitas aprovechando esta innovación y el hecho
de que en ese momento, la "tierra firme" se hallaba aglutinada en un
solo bloque conocido como Pangea y por lo tanto no existían barreras
geográficas que detuvieran la expansión de las especies.
Los primeros grandes bosques
Sucede una
catástrofe: Lentamente, Pangea se parte en dos, Eurasia viajaba hacia el
norte y Gondwana hacia el sur. En esta situación comienza el Período
Jurásico, que se caracterizaría por interminables bosques de Gingkos,
Cicas y unas Coníferas primitivas que llegarían hasta nuestros días: las
araucarias.
Dentro de estos bosques, los dinosaurios dominaron el planeta y la época.
Al mismo tiempo, Gondwana comienza a partirse dando origen al océano
Atlántico Sur, y Eurasia rotaba sobre un imaginario eje cerrando el
espacio de agua conocido como Mar de Tetis creando de este modo el
futuro Mar Mediterráneo.
El período cretáceo
Con éste llegan nuevas plantas con estrategias originales de supervivencia: eran las angiospermas o plantas con flor.
La táctica de la flor permitía sobrevivir tolerando grandes cambios
climáticos y períodos estacionales. Comienzan a diferenciarse inviernos y
veranos, que casi no han sufrido cambios hasta nuestros días.
El espacio entonces fue ocupado por robles, plátanos, nogales, y luego las demás familias.
Esta ocupación de la tierra trajo nuevos cambios: Las gimnospermas
quedarían ocupando solamente las regiones más frías y de mayor altitud, y
los más viejitos, los helechos arborescentes disminuirían su talla y
serían relegados a las partes bajas de bosques cerrados, con alta
humedad, tal es nuestro caso con el bosque andino-patagónico y selva
paranaense.